León desarrolló un lenguaje visual propio, marcado por el diálogo entre lo matérico y lo simbólico. Sus esculturas, instalaciones y obras de land art integran elementos naturales —piedra, madera, tierra— con una reflexión estética y poética sobre la relación entre el ser humano y el entorno. Destacan proyectos como Para Canto General, inspirada en Pablo Neruda; el ciclo de Chiloé; y múltiples intervenciones en espacios abiertos, que buscaban fundir arte y paisaje.

El valor patrimonial de su legado puede comprenderse en distintas dimensiones:

• Artística, por la originalidad de sus propuestas y su aporte a la escultura y al arte contemporáneo en Chile.
• Histórica, al situar a Chillán como un polo de creación artística en diálogo con los grandes movimientos internacionales.
• Cultural y comunitaria, porque su obra no solo habitó galerías y museos, sino también espacios públicos y naturales, acercando el arte a la vida cotidiana.

Hernando León entendía el arte como experiencia vital y colectiva, más allá de los objetos. Por ello, su producción conserva un valor patrimonial que trasciende lo material, instalándose como memoria viva en quienes lo conocieron y en el paisaje que intervino.

Hoy, su obra forma parte del patrimonio artístico de la Universidad del Bío-Bío y de la ciudad de Chillán, recordándonos que el arte no solo se contempla, sino que también se vive, se respira y se hereda como parte esencial de la identidad cultural de un territorio.